Patología Venosa / Varices
Las varices
Las varices en los miembros inferiores, dilataciones de las venas superficiales, son una manifestación de la enfermedad conocida como Insuficiencia Venosa Crónica (IVC). La IVC puede originarse de forma primaria o secundaria. La primaria suele ser consecuencia de cambios en los tejidos que componen las paredes de las venas, junto con un mal funcionamiento de las válvulas que tienen en su interior y que mantienen un adecuado sentido para el flujo venoso de vuelta al corazón. Esta predisposición, unida a hábitos de vida sedentarios, obesidad, estreñimiento, bipedestación prolongada típica en muchas profesiones, embarazos, o tratamientos hormonales, termina por favorecer la aparición de las molestas e inestéticas varices. La dilatación de las venas por su mal funcionamiento suele ser progresiva, así como el empeoramiento de los síntomas y signos que producen en las piernas, porque se trata de una enfermedad que limita la calidad de vida de quien la sufre, como son:
- Cansancio
- Pesadez
- Dolor
- Hinchazón
- Calambres
- Picor
- Hormigueo
- Cambios de coloración
- Ulceración
El origen secundario más frecuente de la IVC, sería el que acontece después de sufrir una trombosis venosa profunda, con presencia de varices y síntomas similares a los descritos anteriormente.
Una entidad especial que también asocia varices en las piernas, es la conocida como Insuficiencia Venosa Pélvica, o síndrome de Congestión Pélvica, frecuente tras múltiples embarazos, y también asociada a causas compresivas como el síndrome de Nutcracker o el de May-Thurner. En estas patologías, realizar tratamientos adicionales como la embolización pélvica con coils y/o el stenting venoso, suele ser necesario para complementar el tratamiento de las varices.
A la hora de plantear el estudio y posibles tratamientos para la IVC y las varices, es muy importante una valoración global del paciente por el especialista en Angiología y Cirugía Vascular, experto en ecografía vascular, mediante la realización de una detallada historia clínica y un meticuloso examen físico, que permitan identificar situaciones que puedan asociarse al desarrollo de las varices, así como la realización de un ecodoppler venoso, que determine el origen y tipo de varices, pudiendo así decidir cual es el mejor tratamiento y el que más se adapta a cada paciente.
Prevención y cuidados
Existe una inevitable predisposición familiar a sufrirlas, aunque si mantenemos unos hábitos de vida saludables y actuamos sobre los factores desencadenantes o agravantes de la IVC y por tanto de las varices, podemos tratar de impedir o retrasar su aparición, o frenar su progresión si ya las tenemos:
- Evitando el sobrepeso, el factor más prevalente en el desarrollo de varices primarias y en la aparición de sus complicaciones.
- Siguiendo una alimentación saludable, por muchos motivos, pero entre ellos, aparte de reducir el sobrepeso, para tener un buen hábito intestinal y evitar el estreñimiento.
- Realizando ejercicio acorde a las posibilidades de cada persona, pero diariamente, lo que favorecerá el retorno venoso al mantener tonificada la musculatura de las piernas, que ayuda a bombear la sangre en su camino de vuelta al corazón.
- Con medidas posturales, como elevación de las extremidades inferiores cuando se esté descansando en casa.
- Utilizando medias elásticas de compresión graduada, sobre todo en periodos de bipedestación prolongada durante el horario laboral.
- Evitando la exposición solar directa prolongada o los ambientes excesivamente cálidos, que se asocian a vasodilatación. De hecho, una recomendación habitual que produce bastante alivio es acabar la ducha con agua fría en las piernas.
- Estos consejos se deben de seguir especialmente en el embarazo, pues éste por un doble motivo, inicialmente hormonal y a partir del tercer trimestre por factores mecánicos dada la ocupación de espacio que ocurre en la pelvis y que dificulta el retorno venoso, se asocia con gran frecuencia al desarrollo de insuficiencia venosa crónica y a la aparición de arañas vasculares y varices.
Pero una vez que aparecen, sólo se pueden eliminar o disminuir con distintas técnicas quirúrgicas o la escleroterapia que la Cirugía Vascular ofrece.
Tratamientos
- Cirugía: principalmente para varices de mediano y gran tamaño, mediante la conocida como estrategia CHIVA (Cura Hemodinámica de la Insuficiencia Venosa Ambulatoria), que busca, tras una planificación ecográfica precisa, redistribuir el flujo del sistema venoso superficial insuficiente hacia al profundo mediante ligaduras en diferentes segmentos de la vena safena, preservándola,junto con microcirugía de los paquetes varicosos, extirpándolos (flebectomía) a través de incisiones milimétricas. La microcirugía se puede llevar a cabo como única intervención cuando las válvulas de las principales uniones de las safenas con el sistema venoso profundo funcionan adecuadamente, con lo que el tiempo de recuperación es menor. En general se trata de una cirugía conservadora, que resulta poco agresiva y puede realizarse en muchos casos con anestesia local en régimen ambulatorio.
- Escleroterapia: mediante la inyección de un agente esclerosante en el interior de la vena enferma, ya sea en forma líquida, como microespuma con el uso de microfiltros, o en frío (criosclerosis), todos con el objetivo de dañar su endotelio, para producir finalmente una fibrosis de la misma, dando lugar a su desaparición, y aliviando los síntomas que provoca por sobrecarga. Sobre todo es utilizada para telangiectasias y arañas vasculares, no precisándose anestesia con esta técnica. Puede también combinarse con la cirugía. Es una técnica totalmente ambulatoria, generalmente muy bien tolerada. Se suele realizar desde otoño hasta primavera, para evitar la exposición solar en las piernas habitual del verano.
- VenaSeal®: técnica endovenosa guiada con ecografía, que utiliza para varices grandes, sin cirugía, a través de una pequeña punción, un compuesto de cianocrilato como pegamento biológico, el cual, una vez liberado en el interior de la safena, polimeriza pegando las paredes de la vena entre sí, y anulando por reacción de cuerpo extraño y fibrosis todo el eje enfermo. No produce daño térmico a diferencia de otras técnicas endovenosas como la radiofrecuencia o el endoláser, por lo que no hay riesgo de lesión neurológica ni de quemadura en la piel, y no necesita tumescencia protectora (que se inyecta por múltiples punciones en todo el trayecto de la safena), lo que evita el uso de anestesia, y convierte a la técnica prácticamente en indolora. También evita la necesidad de llevar medias en el postoperatorio y permite volver a las actividades cotidianas de manera inmediata.